—No podemos seguir así.
—Seguir, ¿cómo?
—Pero, ¿para ti todo va de maravilla?
—Bueno, no me quejo.
— ¿Ya has olvidado nuestra última pelea? Te dije que si no cambiabas me replantearía las cosas.
—Sí lo recuerdo. Y lo intento todo el tiempo.
—Intentarlo no basta. Creo que lo mejor será que no nos veamos por un tiempo. Estar contigo no me conviene.
—No, espera…
—No — dijo indignada —esta vez es definitivo. He abierto los ojos. Bajo tus dulces palabras no eres más que un parásito.
La pulga se quedó triste y solitaria, pero no por mucho tiempo.
Este microrrelato es parte del libro Parpucho: Microrrelatos y otros seres, disponible en ebook y papel.


