Por fin habíamos conseguido resultados prometedores en el laboratorio. La última prueba confirmó que la superficie quedaba lisa, tersa y la nueva tecnología funcionaba. Teníamos el producto definitivo.
Fuimos a celebrarlo aquella tarde. Tras tantos meses de arduo trabajo lo necesitábamos. Al día siguiente nos despertamos bien tarde. La euforia desapareció al mirarnos unos a otros. Nuestras barbas volvían a crecer, si acaso más fuertes y más rápido que nunca.
Este microrrelato forma parte del libro Parpucho: Microrrelatos y otros seres.



